MI SALIDA DEL CLÓSET EN 180°
Cuatro de agosto de 2008, el
día que llegué a la Ciudad de México, me sentí libre, pleno, con ganas de
conquistar al mundo.
Cinco años y a la fecha
terminé la carrera universitaria, inicié el 2013 con una nueva ojeada la vida.
Después de la fiesta de graduación tenía la necesidad de compartirle a mi madre
mi forma de ser, la llamé y le dije – mamá me gustaría compartirte mi plan de
vida, quiero hablar contigo. -Por supuesto hijo, me dijo. Cuando quieras. – ¿Qué
te parece el próximo sábado?, agregué. -De acuerdo, me dijo.
Me sentía nervioso, las
manos me sudaban al colgar el teléfono, pero sabía que era el momento indicado,
antes de la cita fui con la intención de donar sangre y oh sorpresa, no podía
hacerlo. Algo en mi me decía que no andaban bien las cosas.
La angustia era poco, el
miedo era poco, ansiaba saber los
resultados, pues me había hecho una prueba de VIH. Cancelé la cita del café, la pospuse 15 días y
supuse que mi vida daría un giro de 180°. Me sentía, en un abismo era el final
de mi vida, creí que lo que había construido en mis 22 años se habían
desmoronado en un instante. ¿Por qué a mí? Fue un libro que leí en la
preparatoria, precisamente de una chica que se había contagiado de VIH. Ahora
me sentía el protagonista de ese libro.
Me dirigí a casa de mamá,
¿alguien puede imaginarse, o siquiera sentir que el corazón casi explota? Así
me sentía. -Mamá necesito hablar
contigo, claro mi amor, vamos a la
recámara de tu hermano. Llegó el momento no esperado.
-Mamá, jamás te he ocultado
nada, siempre he compartido mis logros y mis derrotas, siempre me has dicho que
además de mi madre eres mi amiga. Mamá SOY GAY.
Me tomó de la mano, de
manera emotiva y me dijo – YA LO SABÍA,
estaba esperando el momento que me lo dijeras, y sabes una madre nunca se
equivoca, escúchame muy bien, siempre contarás conmigo, porque TE AMO, eres mi
hijo y me siento inmensamente feliz de tenerte, me siento muy orgullosa de ti,
e incluso si en algún momento llegarás a vivir con alguien, lo entendería. Me
sentí liberado pero eso no era todo. Mi madre agregó- Lo que si te pido es que
te cuides mucho, hay tantas infecciones por... la interrumpí. – Mamá, tengo
VIH.
Jamás había visto un rostro
como el de mi madre después de la noticia. Mi madre estaba devastada, me dijo-
Puedo digerir que seas GAY, pero que tengas VIH, me es difícil. Yo no estaba
tan informado de esto había escuchado de ésta enfermedad, pero me era ajeno
realmente, le dije- mamá no me voy a morir mañana, todo estará bien y le conté
mi travesía una travesía en silencio que estaba a punto de explotar.
Fue difícil un reto tan
difícil que poco a poco he estado superando. Ahora me he informado más y le he
compartido a mi madre el hecho de que vivir con VIH no es sinónimo de muerte.
Me siento tranquilo, sereno
y feliz mi madre me ha externado su amor, su apoyo incondicional y me ha dejado
claro que sigue sintiéndose orgullosa de mi, de igual manera me acerqué a la
tumba de mi padre, le dije ¿cómo era su hijo? Y que realmente quería compartirle
esto, sé que no es fácil, pero a pesar
de las circunstancias, quiero compartir la experiencia que ser GAY y tener VIH,
ni es lo mejor del mundo, pero tampoco es lo peor. Es una enseñanza, una
condición de salud, una forma de vida diferente más no el fin del mundo, mejor
dicho es el apertura a decirle al mundo que todos somos diferentes, que una
enfermedad no marca tu vida, sino las cosas positivas, los logros y las metas,
eso es lo significativo de estar aquí. LA
IMPORTANCIA DE SALIR DEL CLÓSET me ha significado una liberación, una
lápida que ha desaparecido de mi espalda. Ahora puedo dormir con la
tranquilidad de no sentirme excluido, rechazado o con miedo porque mi madre me
apoya, me ama y estoy seguro que mi padre desde donde se
encuentre me acompaña.
La manera de cuidarme,
amarme y conquistar el mundo es estar al pendiente de mí, exhorto a quien lea
éstas líneas comparta el hecho de hacerse la prueba de VIH. Hoy y siempre,
adelante.
IRVIN paco_handsome@hotmail.com
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